Los técnicos coordinados por el director de la Estación de Hidrobioloxía Encoro do Con aprecian que la calidad del agua del curso fluvial es “buena” o “muy buena”
La calidad del agua del río Ulla es “buena” o “muy buena”, según las analíticas realizadas por los técnicos de la Estación de Bioloxía Mariña de A Graña (Ferrol) y de Hidrobioloxía Encoro do Con (Vilagarcía), por encargo de Parquistas de Carril y la empresa Cobre San Rafael. Así lo desvelaron ayer a mediodía en una conferencia de prensa celebrada en la lonja carrilexa, en la que el coordinador del trabajo, Xosé Luis Otero Pérez explicó los pormenores de la investigación.
El trabajo se dividió en dos apartados: la toma puntual de muestras de agua superficial en 14 puntos del río, entre Padrón y la desembocadura, en Catoira; y la realización de mediciones en tiempo real, cada cinco minutos, mediante tres sondas ubicadas en el entorno de Carril y la isla de Cortegada.
En el primer caso, se realizaron dos muestreos, uno en noviembre de 2022 y otro en febrero de 2023; en el caso de las sondas, estuvieron operativas entre septiembre pasado y marzo de este año, aunque por un fallo técnico, el aparato dejó de recopilar datos de una serie de parámetros en diciembre. Ocurrió por ejemplo con la salinidad, lo que ha impedido conocer con datos científicos en qué medida se desplomó la salinidad en la parte interior de la ría de Arousa tras las intensas lluvias de Navidad y enero.
Las conclusiones
Xosé Luis Otero explicó que la calidad del agua del río es “buena” o “muy buena” según los parámetros obtenidos en las dos analíticas. Eso sí, existen “puntos críticos” en los que los resultados son peores, o anómalos. Sucede, por ejemplo, en el entorno de la desembocadura de dos afluentes del Ulla, el Sar y uno de los que atraviesan el municipio de Valga; así como las proximidades de la estación depuradora de aguas residuales de Padrón.
Asimismo, el científico advirtió de que, “tenemos un problema muy serio con los purines”, que se traduce en una presencia elevada de microorganismos en el agua. “Antes de Padrón hay grandes concentraciones de coliformes y enterococos, que parecer ser de origen animal”, añade Otero Pérez. De confirmarse este extremo, sería necesario vigilar más de cerca los vertidos y escorrentías procedentes de las explotaciones ganaderas y sus entornos. Las concentraciones de estos organismos en el agua van diluyéndose a medida que el río avanza.
En lo que respecta a las sondas colocadas en boyas próximas a Cortegada, el coordinador de la Estación de Hidrobioloxía Encoro do Con advierte de que, en términos generales, son estables y no exceden los límites admitidos por la normativa. Sí resultan intrigantes, sin embargo, los cambios bruscos que se han detectado en los niveles de clorofilas presentes en el agua. “En general, los valores son muy estables, pero nos hemos encontrado con picos máximos que por ahora no sabemos cómo interpretar”. La presencia de clorofilas en el agua es interesante desde el punto de vista científico –y de producción de los bivalvos– ya que están directamente relacionadas con el fitoplancton.
Asimismo, se han detectado niveles elevados de nutrientes, pero por debajo del máximo que se permite para que el agua sea de consumo humano. Estos elementos químicos están relacionados con la abundancia o no de algas y con las llamadas “mareas rojas”.
Con estos resultados en la mano, y aún siendo consciente de que no son concluyentes, Xosé Luis Otero se atreve a considerar que la actual decadencia de los bancos marisqueros de la ría de Arousa no se debe a la calidad del agua del río Ulla. “Hay un declive generalizado en casi todas las especies y en prácticamente toda la costa gallega. Posiblemente, el origen del problema sea multifactorial, y eso complica encontrar un culpable, una causa”, afirma Otero Pérez.
El presidente de Parquistas de Carril, José Luis Villanueva, apunta a su vez errores de gestión –es muy crítico con la que la asociación Rañeiros da Ría hizo de los bancos del libre marisqueo–, y apuntó que habrá nuevos convenios con Cobre San Rafael para completar los estudios actuales y tratar de arrojar luz sobre un asunto que preocupa enormemente a todos cuantos viven del marisqueo, como es la decadencia de los bancos. “Los que en su momento nos criticaron por hacer estos estudios, ahora los están reclamando”, remachó Vicente, en alusión a quienes le atacaron.
“En Ferrol, el mejillón está desapareciendo de las rocas”
Xosé Luis Otero ha realizado trabajos similares en las rías de Ferrol y Pontedeume. Estas son más pequeñas y cerradas que la de Arousa, por lo que a efectos prácticos de producción de bivalvos la situación es muy distinta. Pero el científico detectó en aguas próximas a Ferrol un hecho que le parece muy preocupante. “En Ferrol, el mejillón salvaje está desapareciendo de las rocas y su espacio lo están ocupando las ostras… No se sabe por qué, pero es una realidad que nos demuestra que debemos estar preparados para los cambios”.“Todo apunta a que puede haber problemas locales y otros globales”, añade Otero. Sobre esto, el científico advierte de que es necesario realizar más estudios para llegar al origen del problema, como son la mortandad masiva de las especies y su falta de crecimiento. Eso sí, añade varias hipótesis, algunas de ellas relacionadas con fenómenos naturales (el aumento del nivel del mar, que hace que las especies infaunales permanezcan más tiempo bajo el agua) y otras vinculadas a la actividad humana. “Nos encontramos en los bancos marisqueros un incremento sustancial de limo, partículas finas y materia orgánica. Esto conduce a la anoxia, que se produce cuando los sedimentos no permiten el paso de suficiente oxígeno. Tal vez esto no origine la mortandad de los bivalvos, pero sí les causa un estrés que les hace más sensibles a los parásitos y las enfermedades”.Según sus investigaciones, solo la almeja japónica sobrevive bien al actual escenario.
Faro de Vigo