Los bivalvos escasean en Galicia. Las ventas en lonja evidencian un descenso considerable de la producción respecto al año anterior, en plena pandemia, y es mucho más acusado si se compara con el verano de 2019, cuando no había ni rastro del COVID. Una escasez que, quiérase o no, abre las puertas a la introducción de producto portugués, sobre todo en el caso de la almeja.
La japónica o japonesa, sin ir más lejos, es uno de los productos que más demanda las depuradoras y sus clientes. Sin embargo, es uno de los que más acusan el retroceso productivo que padecen los bivalvos en Galicia.
Prueba de ello es que en junio, julio y agosto se subastaron en las lonjas gallegas 1.225 toneladas de almeja, berberecho y carneiro, frente a las 1.363 del año pasado, en el mismo periodo, y las 1.852 toneladas del verano de 2019. La japónica se quedó este año en 563 toneladas, frente a las 783 de 2020 y las 916 toneladas que generaron junio, julio y agosto de 2019.
Algo parecido sucede con la babosa, que pasó de 195 toneladas en el citado trimestre de 2019 a menos de 158 el año pasado, y a solo 77 toneladas en el presente ejercicio.
Un descenso igual de evidente en el caso de la almeja fina, con 75, 65 y 60 toneladas, respectivamente.
Este significativo descenso productivo contrasta con el espectacular aumento de producción en Portugal.
Sobre todo después de que las autoridades sanitarias lusas decidieran cambiar la calificación microbiológica de los bancos marisqueros del estuario del Tajo, en el entorno del puente de Vasco da Gama, uno de sus bancos productivos más importantes, junto con el estuario del río Mira, la ría de Aveiro, laguna de Albufeira, ría Formosa y el litoral de Matosinhos, Faro, San Vicente, Viana, Cabo Raso y Setúbal.
Cuando esa zona estaba catalogada como “C”, la extracción y venta de especies como la almeja estaba prohibida. Pero cuando el Instituto Portugués do Mar e da Atmósfera (IPMA) recalificó esos bancos marisqueros para ser zona “B” lo que hizo fue permitir la extracción, venta y consumo de su almeja, previa depuración, abriendo así las puertas a su exportación al mercado europeo.
De ahí que las depuradoras gallegas, necesitadas de un producto que en esta comunidad no son capaces de conseguir, debido a la aludida escasez, vuelvan a fijar su mirada en los mariscadores lusos.
“Los muestreos indican que en el río Ulla la producción ha desaparecido, y en las demás zonas de Galicia tampoco encontramos abastecimiento, ya que se siguen arrastrando los efectos de la mortandad experimentada el pasado invierno”, explican empresarios de la depuración gallegos.
“Ante esta escasez generalizada, que afecta, sobre todo, a la japónica, tenemos que empezar a comprar de nuevo en Portugal para abastecer a nuestros clientes”, espetan los propios depuradores.
Ese producto portugués está avalado por su Sistema Nacional de Monitorización de Moluscos Bivalvos (SNMB), de ahí que pueda colocarse en el mercado europeo sin dificultad y compita directamente con el gallego, como si de la “marca blanca” de un supermercado se tratara.
Los malos resultados obtenidos tras los muestreos realizados hacen que las cofradías arousanas afronten con pesimismo absoluto la campaña de libre marisqueo.
Tanto es así que la asociación Rañeiros da Ría pospone su apertura hasta el 18 de octubre –antiguamente lo hacía el 1–, establece que solo se trabaje cuatro días a la semana –de lunes a jueves– y fija importantes limitaciones en cuanto a capturas.
Reunidos ayer, los representantes de los pósitos implicados constataron que la situación de los bancos de Os Lombos do Ulla y Cabío es “malísima”, ya que los bivalvos parecen haber desaparecido, mientras que la de O Bohído tampoco está mejor.
Empezando por el primero, puede decirse que en el río, donde la escasez de bivalvos resulta alarmante, se permitirá extraer cuatro kilos de japónica, uno de babosa, medio de fina y cinco de berberecho.
En O Bohído se fijan topes de tres kilos de babosa, uno de japónica, cinco de relojito, medio de fina, uno de rubia y uno de carneiro.
Por último, en Cabío se permitirán quince kilos de rubia o tres de babosa, junto a cinco de relojito, medio de fina, uno de japónica y un kilo de carneiro.
Fuente: Faro de Vigo