Los bancos de libre marisqueo arousanos se disponen a ser escenario de una nueva campaña extractiva (desde el día 18) que el sector afronta con pobres expectativas y, lo que es peor, en un escenario de división y enfrentamiento absoluto, casi irreconciliable, entre cofradías.
La asociación Rañeiros da Ría, encargada de la gestión de esas zonas comunes, no duda en reconocer, en base a los informes existentes, que la productividad está bajo mínimos, aunque declina cualquier responsabilidad en ello.
Frente a los argumentos de esta entidad, participada por las cofradías de Cambados, A Illa, Vilanova y O Grove, están los manejados por los demás pósitos, es decir, Vilaxoán, A Pobra, Cabo de Cruz, Rianxo, Aguiño, Ribeira, Palmeira y Carril.
Estos últimos sí responsabilizan directamente a Rañeiros da Ría por la situación creada en los bancos comunes, reprochando a esa entidad una “deficiente gestión” y llegando a pedirle que se aparte.
Y mientras tanto, viendo los toros desde la barrera, está la Consellería do Mar, que hace años se quitó un peso de encima dejando la gestión del libre marisqueo en manos de las propias cofradías. Las mismas que ahora se tiran piedras unas a otras.
Aquella “cesión” de responsabilidades que parecía la panacea que el sector tanto deseaba se volvió en contra de los propios mariscadores, aunque sirvió a la Administración autonómica para quitarse de en medio y, sigilosamente, posicionarse en un segundo plano que le permitió dejar de ser la diana de todas las críticas.
Con este panorama, tan desolador como el que presentan los propios bancos marisqueros, a juzgar por los negativos informes emitidos por los biólogos, se antoja muy poco probable que la inminente campaña extractiva pueda servir al sector para salir a flote.
Ni siquiera para lamerse las heridas que, a modo de pérdida de productividad, le han causado parásitos como la Marteilia, virus como el COVID y fenómenos meteorológicos adversos, causantes de la repetida mortandad de bivalvos en el Ulla, Rianxo y Carril.
Prueba de la división y las dificultades con las que se afronta la nueva campaña de libre marisqueo son las declaraciones efectuadas por los críticos de Rañeiros da Ría el pasado viernes, cuando, en Carril, aseguraron que a causa de “una gestión nefasta” existen “cientos de pruebas para revocar el plan y recuperar la gestión”, dejándola de nuevo en manos de la Xunta.
Al igual que evidencia esa división la respuesta ofrecida ayer por Rañeiros da Ría, que ni siquiera nombra a las cofradías críticas, aunque parece querer referirse a ellas cuando dice que “no todas tenemos la misma forma de pensar” y que “mientras unas se preocupan por mejorar y beneficiar a todos los trabajadores, otras solo tratan de ampliar sus zonas de trabajo, conservar un banco en el que nutrirse de almeja pequeña, no ser controladas y acabar con una forma de vivir común”.
A pesar de todo, “abrimos las puertas a todo aquel que no esté de acuerdo con el trabajo que se está llevando a cabo para que aporte sus ideas, medios conocimientos con el fin de mejorar la gestión”, aducen, en un tono más conciliador, los integrantes de Rañeiros da Ría.
Esta invitación para que todos los pósitos remen en la misma dirección se produce después de que la propia entidad insistiera en que poco o nada tiene que ver su gestión con la caída de productividad.
Y también tras recordar sus orígenes y su razón de ser, reconociendo que “desde los inicios existían diferencias y diversidad de opiniones en cuanto a la metodología a seguir” para gestionar los bancos.
Menos conciliadora se mostró la asociación cuando ayer aseguró que cuando inició su andadura, para hacerse cargo de la gestión del libre marisqueo en Arousa, “algunas cofradías” pusieron a disposición de la entidad “vigilantes con los que controlar los bancos, básculas, lanchas y otros medios, mientras que otras decidieron no realizar ninguna aportación”.
Dicho lo cual también recuerda que aquellos comienzos se hicieron acompañar de incidentes “como el hundimiento de una de las lanchas y la pérdida de básculas y otros medios de control”.
A lo que se sumó el hecho de que “los marineros empezaron a aportar el 1% de su facturación en los bancos de libre marisqueo”, mientras que “parte de las embarcaciones” de las cofradías ajenas a la asociación “se negaron a pagar y tampoco quisieron colaborar con los objetivos perseguidos por nuestra asociación”.
Con este reproche de Rañeiros da Ría queda claro que, a tres semanas de que comience la campaña, las heridas no solo no han cicatrizado, sino que parecen más abiertas que nunca.
Con este panorama y con los bancos marisqueros en un momento tan malo, casi nadie duda de que la inminente campaña puede resultar un auténtico desastre.
Rañeiros da Ría quiso recordar ayer, aunque sin citarlas, que algunas cofradías “no solo no aportaron, sino que se dedicaron a exigir vigilancias, regeneraciones y controles en la gestión que llevamos a cabo”.
Con la intención de referirse a esos pósitos ajenos a la entidad, espeta también que “para poder exigir es necesario cumplir con un mínimo de obligaciones”.
De este modo quiere denunciar que algunos no lo están haciendo y declina responsabilidades sobre la escasez de recursos.
Eso sí, se apunta algún que otro tanto, por ejemplo cuando proclama que “en Rañeiros fuimos capaces de que el banco de O Bohído, que soporta normalmente 180 barcos diarios, soportase hasta casi 500 y se convirtiera en el pilar que soportaba el trabajo los seis meses de libre marisqueo, ya que tanto Os Lombos do Ulla como Cabío no daban productividad”.
La sobreexplotación de O Bohído se hizo notar pronto –en la tercera campaña–, pero mal menos la ausencia de actividad en Os Lombos durante ese tiempo permitió cierta recuperación, “pasando de sacar 4 kilos de almeja japónica a sacar 10 por tripulante, con un máximo de 30 por embarcación”.
Lo que quiere decir Rañeiros es que “cuando uno de los bancos está plenamente activo, el otro tiene una baja productividad, lo cual impide una actividad sostenible”.
Por si no fuera suficiente, “Os Lombos sufrieron un importante revés debido a las abundantes lluvias y la baja salinidad, lo cual provocó la muerte de gran parte del marisco”.
Lo que quiere decir Rañeiros es que son muchos los factores externos que influyen en el mal estado de los bancos de libre marisqueo.
Algo que no comparten las cofradías críticas. Las mismas que denuncian y lamentan que desde Rañeiros no se afrontaron proyectos con los que mejorar las cosas y ni siquiera se consiguió mantener la situación en la que se encontraban los bancos cuando estaban en manos de la Consellería do Mar.
Fuente: Faro de Vigo