Aceptó la propuesta de la Consellería do Mar de presidir la gestora «por responsabilidad» y por su compromiso con el sector del mar, explica
Ramón Tubío se ha puesto al timón de la cofradía de Carril en calidad de presidente de la gestora que se encargará ahora, hasta la celebración de elecciones, de gobernar este barco. Un barco que quedó a la deriva tras la renuncia, hace tres semanas, de diez vocales de la xunta xeral, lo cual dejó un vacío de poder en el pósito. Tubío aceptó la propuesta de la Consellería do Mar de presidir la gestora «por responsabilidad» y por su compromiso con el sector del mar, explica, con el propósito de que las aguas vuelvan a su cauce y se pueda trabajar con tranquilidad.
Los mariscadores no pudieron salir a faenar el viernes ni este lunes porque, sin nadie que llevara las riendas de la cofradía, nadie cumplimentó los trámites necesarios en tiempo y forma. Tubío firmó este lunes los papeles correspondientes y su previsión es que este martes los rañeiros puedan retomar su trabajo en las concesiones. Salvado este problema, la prioridad ahora es normalizar los pagos a los mariscadores por las ventas en lonja —paralizadas desde mediados de mes a raíz de la disolución de la xunta xeral— y a los proveedores, algo que Tubío confía en que se produzca esta misma semana. «Lo que más me preocupa es que la gente cobre», señaló a preguntas de este diario.
Tubío es un parquista que representa a la parte empresarial y en su equipo están Rocío Vázquez, que es integrante del sector de la agrupación de marisqueo a pie y ejercerá de secretaria, y tres personas más.
El presidente espera que esta provisionalidad acabe cuanto antes y que otros tomen el relevo al frente de la cofradía en cuanto se celebren las elecciones. Él, que sí concurrió a otros procesos electorales años atrás, ya anuncia que no tiene intención de volver a presentarse. Compatibilizará su nuevo cargo con el directivo de la OPP PARQUISTAS DE CARRIL con la intención de imprimir estabilidad a una cofradía que vive en permanente convulsión.
Fuente: La Voz de Galicia
