Historia de los parques de cultivo de Carril

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Historia de los parques de cultivo de Carril

Los parques de cultivo de Carril cuentan con una dilatada tradición que se remonta varios siglos atrás. Precisamente los primeros datos históricos de los que se tiene conocimiento datan de la Edad Media, constando en distintos escritos las labores de recolección y engorde de moluscos en la zona. Dicha documentación apuntaba a que Carril era un importante lugar de elaboración y venta de ostras escabechadas, que se enviaban al resto de la Península Ibérica, debido a que su puerto poseía unas excelentes condiciones para el tráfico marítimo.


Incorporación de nuevas especies de moluscos

En 1870, se documenta una descripción detallada de la explotación de moluscos en Carril, donde se indica que los lugareños no eran solo recolectores, sino que se esforzaban en conseguir ejemplares jóvenes para luego trasladarlos para su engorde en los parques de cultivo.
Hasta este momento la ostra era el molusco de mayor producción en la zona, pero debido a una sobreproducción, esta especie empezaba a escasear. Fue entonces cuando los mariscadores centraron su atención en el mejillón, que vendían cocido en las comarcas próximas y escabechados en mercados más lejanos.

 

Auge de las conserveras

Con el desarrollo de la industria de la conserva a principios del siglo XX, y más concretamente desde los años 30, las firmas conserveras asentadas en la comarca comenzaron a vender almejas, navajas y mejillones. El berberecho en esta época contaba con poco protagonismo, ya que se consideraba un alimento para el consumo de personas sin recursos. Durante estos años, el mercado catalán era el mejor para la venta de estas conservas, debido a la existencia de una gran afición a consumir estos alimentos y por su extensa dimensión y amplia población. En las primeras décadas de este siglo, el marisco con mayor reputación y que ofrecía mayor rentabilidad era la ostra, un producto con precio muy elevado y que solo estaba al alcance de las personas con gran poder adquisitivo.
Sin embargo, y vista la progresiva escasez de estos bivalvos, en los años 20 existen testimonios sobre el aumento de los carrileños que se dedican al cultivo de la almeja en viveros especiales (parques de cultivo). Estos se marcaban con piedras y palos y se iban heredando entre las familias. Los progresos en los transportes que se fueron llevando a cabo como la ampliación y mejoras de carreteras, el aumento de las redes del ferrocarril y el incremento de los camiones favorecieron la venta de mariscos.
Con el paso de los años, se multiplicaron las concesiones privadas. Fue ahí donde surgieron los enfrentamientos entre los defensores de las explotaciones comunitarias y las concesiones particulares de los parques. De hecho, uno de los problemas a los que se enfrentaban en esta época los mariscadores era el derecho de uso de las zonas de marisqueo, ya que el aprovechamiento particular de los recursos durante siglos había sido comunitario. Además, el furtivismo, el incumplimiento de las vedas y el bajo precio de las ventas de los mariscos en esta época también complicaron la situación.

 

El golpe de los conflictos bélicos

Durante la Guerra Civil (1936-1939), la venta de marisco decreció debido a que los principales mercados como Zaragoza, Madrid, Bilbao y Barcelona quedaron en zona republicana. Además, resultaba de poco interés enviar este tipo productos en conserva para abastecer a la tropa, dado su bajo contenido calórico.
Con la 2ª Guerra Mundial, se dio una escasez de aceite por el estropicio en las zonas de terrenos de olivares. Por ello, los fabricantes se vieron obligados a buscar nuevas alternativas y optaron la preparación en escabeche y las conservas de moluscos al natural.
Durante las dos décadas posteriores a la guerra, las almejas, las ostras y los berberechos se convirtieron en la mayor fuente de ingresos de las poblaciones costeras. Al hallarse en una época de hambre, estos mariscos constituían una fuente alimenticia con un alto contenido en proteínas. Por ello, su consumo aumentó, marcada la demanda por un factor de necesidad y también por su exquisito sabor. Así, estos productos se consumían tanto frescos como en conserva, lo que trajo consigo un aprovechamiento descontrolado y una sobreexplotación de las zonas de marisqueo. En esta época los conserveros eran los principales compradores de moluscos. Entre 1946 y 1948, el aumento de las demandas de las conserveras y varias malas cosechas, provocaron que almeja sufriese un aumento elevado en su precio que sorprendía a todo el mundo.
En el año 1950, el marisqueo se convirtió en una fuente de trabajo e ingresos fundamental para las familias, ya que se llevaba varios años sufriendo la falta de sardina, que se prolongaría hasta 1956. Además, la población todavía seguía sufriendo los daños colaterales de la Guerra Civil. Esta situación llevó a que se extendiese el marisqueo no controlado, lo que hacía peligrar la reproducción y la desaparición definitiva de alguna especie de marisco. De hecho, en esta época, la mayor parte de los mariscos se vendían sin llegar a la lonja.

 

Legalización de parcelas

En 1958, las autoridades de la Marina de Vilagarcía en colaboración con la Cofradía iniciaron el primer proceso de legalización de los viveros fijos de mariscos, que seguían en manos de la mayoría de los vecinos de Carril y que se seguían transmitiendo de padres a hijos. Dicho proceso finalizó en diciembre de 1961, fecha en la que se legalizaron un total de 611 parcelas.
Entre 1960 y 1975, la producción de maricos obtuvo récords históricos, debido a una mayor demanda interna y a otra externa desde Europa, debido a un gran crecimiento económico que recibió el nombre de “Edad Dorada”. Las autoridades en esa época seguían sin poder llevar a cabo una explotación ordenada y controlada de estos recursos.

 

Una entidad para velar por los intereses de los parquistas

Llegando a tiempos actuales, y ante la desprotección de esta histórica profesión, en el sector de la acuicultura surge la necesidad de crear una entidad que, al margen de la Cofradía de Carril -netamente marisquera-, se encargue de proteger los intereses de los Parquistas de Carril. Así fue como nació LA AGRUPACIÓN DE PRODUCTORES DE PARQUES DE CULTIVO DE CARRIL, constituida el 13 de noviembre de 1989, es la más numerosa en socios y en importancia socioeconómica. Los últimos datos oficiales de la Consellería do Mar aclaran que, actualmente, hay alrededor de 650 familias de parquistas, de los cuales 670 socios pertenecen a esta entidad sin ánimo de lucro. En términos socioeconómicos, se sitúa como la primera empresa del Ayuntamiento de Vilagarcía de Arousa.